martes, 24 de julio de 2007

A modo de apertura: Mi condición humana.

La imagen del caracol la tomo prestada de Günter Grass. Como el caracol siento el irrefrenable deseo de avanzar en alguna dirección, más allá del lugar que me ha tocado ocupar. Y como el caracol descubro siempre que la fuerza del deseo y el ritmo de la marcha carecen de proporción. Así, sin otra alternativa, la intensidad se transforma en resistencia y de manera imperceptible termino siempre avanzando. No es, por supuesto, una imagen especialmente agradable y no espero que lo sea. La tomo porque me parece apropiada, porque creo que en muchos aspectos me hace justicia. Así que de alguna forma este espacio es la pista de esa marcha, el rastro del que se arrastra pero no se detiene.

Este espacio es también la confirmación de mi tendencia natural a la contradicción. Los que me conocen saben mi opinión sobre los blogs. No pretendo ocultarla ahora. Estoy convencido de que los blogs son, en su mayoría, una pérdida de tiempo tanto para el autor como para sus lectores. Estoy convencido también de que los blogs son lugares para el despliegue narcisista, el onanismo intelectual y el voyeurismo informático. En el mejor de los casos los blogs no son más que una forma de divertimento dentro de la amplia oferta lúdica de la sociedad globalizada. Así que al abrir este blog, confirmo una vez más mi condición humana, y no hay nada más humano que la contradicción performativa: negar con las acciones lo que se afirma en el discurso y viceversa. Pero es siempre así, la crítica a un sistema está condenada al fracaso porque sólo tiene dos alternativas: o se asimila a las reglas que el propio sistema fija para la administración de las críticas o se mantiene al margen de tales reglas, negándose a sí misma toda voz y toda acción.

Por otro lado, el uso del alias Gorgias no busca en absoluto ocultar mi identidad. Máscara con la cual podría dedicarme a maldecir a discreción a todo el que me caiga mal. No, lo uso porque la figura de Gorgias resume para mí la radicalidad tanto del escepticismo como del pensamiento irreverente.

Finalmente, a medida que escribo estas líneas me convenzo también de que no se me da la escritura jocosa, ingeniosa, ocurrente, juvenil y divertida que a tanta gente le gusta. Por lo cual, no espero mucha concurrencia, confío en que el visitante voyeur se aburra pronto y se dirija presuroso a algún otro blog donde encuentre mejor alimento para sus necesidades emocionales.