Una víctima no es sólo aquel al que se le ha infligido un daño, sino en especial aquel a quien se le ha privado de la posibilidad de testimoniarlo. La víctima es silenciada por la magnitud del agravio, por la sinrazón de las motivaciones que mueven al agresor o por la sorda indiferencia de los otros. Como la talla, la materia informe de la personalidad se va formando a fuerza de golpes. Así es siempre, con todos, pero cuando se cae en las manos perversas de algunos artesanos no hay lija ni barniz que oculte las fisuras. Atrapado en la sinrazón la vida se torna síntoma, la herida se traga el telos de la acción y sin saberlo, cada evento hace reexperimentar a un nivel que escapa al entendimiento el trauma del origen. Sin voz, con la lengua arrancada de raíz, la victima se transforma tarde o temprano en el monstruo que espera agazapado su revancha con la vida.
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4 comentarios:
Porque todo odio es, a fin de cuentas, una fractura.
Gran texto. Un abrazo.
Mmmm.... es una reflexión, un monólogo interior, una opinión o todas las anteriores y otras más que no se dejan ver fácilmente. Muy bueno tu "Sin voz", ciertamente, Gorgias. Un análisis meditado y feliz, no por el tema ni las conjeturas y/o conclusiones, sino porque, como quien dice, da en el clavo.
Todos hemos sido o somos víctimas de algo/alguien, pero no todos somos capaces de describirnos como tales.
!Bravo! hasta pareces sicólogo, jajaja.
Saludos Carlitos
Bien, bien. Original, auténtico y no niega el intimismo sino que le da la vuelta para darle sustancia o más bien contenido.
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